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domingo, 16 de agosto de 2015

Cavilaciones

Una vez hemos dado por acabados mis períodos de trabajo estudiantil y vacaciones estivales, que ya casi por vicio cada año prolongo más, y teniendo en cuenta que aún estamos a mitad de agosto, y que aún es pronto para llevar a cabo cualquier tipo de conclusión o afirmación categórica, voy a comenzar esta mi nueva temporada en el mundillo verdiblanco, y a proporcionarles un escrito bastante esquemático y menos barroco de lo que acostumbro a escribir.

Bien. Voy a comenzar, si me lo permiten, con la pregunta (algo absurda a mi parecer) de todos los años: ¿cómo quedará el Betis? ¿Peleará por la salvación, como suele decirse cada vez que se asciende?¿Conseguirá acaso luchar por algo más y alegrar a una afición ya de por sí sobradamente incentivada observando la campaña de abonos? ¿O se pegará el tortazo y retornará el fantasma del ascensor que ya mentó en su día mi amigo el comegambas de Rafaé? Estudiemos las variables.

En primer lugar, y tras un cúmulo de decepcionantes inútiles, pelotas, sinvergüenzas y demás angelitos que han ido pululando por la zona noble del Benito Villamarín a lo largo de la última década, y existiendo una curiosamente extensa variedad en la fauna presidencial, habiendo desde presuntos ladrones como la Bailaora del Fontanal hasta ineptos redomados como mi colega Maíto, parece ser que por fin el Betis ha encontrado un presidente a su altura. Mi admiración por Juan Carlos Ollero, llegados a este punto, escapa a toda clase de secretismos, pero en muchos momentos parece incluso crecer, sobre todo por esa claridad y firmeza con que se expresa, llegando al clímax en la rueda de prensa que en su día dio por el caso Rubén Castro.

La segunda variable, curiosamente, sigue una trayectoria casi exacta a la primera: mientras hemos tenido que ver como los del Centro Comercial lo han ganado todo gracias al que probablemente es el mejor director deportivo del mundo, nosotros hemos visto cómo han ido pasando unos y otros con más pena que gloria por esta parcela, crucial en cualquier entidad. Eduardo Maciá parece haber devuelto la estabilidad a la dirección deportiva, haciendo gala de una extraordinaria inteligencia, y fichando con cabeza y criterio. Bien es cierto que cuestiones como Dani Pacheco, Lolo Reyes o el no descarte de Cejudo pueden mancillar su labor, pero el balance en general es positivo.

Y la tercera es la que para mí más nos puede afectar. Ya se imaginarán ustedes de quién hablo. A pesar de haberse visto alguna segunda parte interesante, donde el equipo ha conseguido brillar ligeramente, la verdad es que el recuento estival de Pepe Mel, habiendo caído con equipos muy inferiores, no es en exceso esperanzador. Ya no puede quejarse de equipo, y sigue disponiendo de un impresionante repertorio de excusas para relacionar todo aquello que acontece a su alrededor con su incapacidad en las ocasiones en las que demuestra que no es un entrenador al nivel que requiere el Betis. Y, además de no tocar apenas los aspectos tácticos, sigue viéndose un equipo cansado que demuestra que no trabaja el físico.

¿Que la pretemporada da igual mientras se gane en Liga? Sí, es cierto. Pero lo que sí es relevante es que las sensaciones acaban influyendo. Por una vez, la incompetencia no reina en la mayor parte de los campos de trabajo del Betis, y un fracaso ahora podría ser extraordinariamente dañino. En una semana comienza la Liga, ahí se empezará a observar la realidad. Mientras tanto, esto son simples cavilaciones.

¡¡Un saludo!!

@josearquer95
@lajuezaesbetica




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